Lo viejo, lo mozo




Hoy todo es desechable. En otros tiempos me decían: "No cambies lo viejo por lo mozo, ni lo cierto por lo dudoso". ¿Sería que mis tiempos de niño eran conservadores, en contraste con los de hoy en que todo se quiere renovar?: Tal vez sí. Parafraseando a los Clinton: "¡Es el progresismo, estúpido!". En fin, la frase le viene a todo el que no es de derechas, o en otras palabras, a todo lo moderno.

"Lo voy a vender en la feria libre en cinco lucas" dijo. "¡Estás loco!", le contesté, "me lo dejo para mí". "¿Y para qué lo quieres?". "¡Yo sabré para qué!", en realidad, no sabía. Era la admonición de lo viejo por lo mozo. Lo encendí y encontré, ahí, una carpeta con la primera temporada de "Downton Abbey". Con curiosidad comencé a ver el primer capítulo... A las seis de la tarde terminé de ver la temporada completa y comencé a buscar en internet la segunda. En una semana había visto la serie completa y lamenté que se hubiera terminado.

Me recordó "El retrato de una dama" de Henry James, o también "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen. Siempre hay distancias que guardar, no obstante, me produjo nostalgias de aquellas grandes novelas clásicas como "Ana Karenina" de Tolstoi o "Madame Bovary" de Flaubert. Hay algo que remueve fibras en los sentimientos, en el ánimo, que es muy particular e indefinible, que además deja rastros indelebles en algún lugar del espíritu, algo que también cristaliza cuando leemos la "Eugenia Grandet" de Balzac, pero que no ocurre con "El niño terrible y la escritora maldita", de Jaime Bayly o con los cuentos de Alice Munro en "Demasiada felicidad", tampoco en las novelas de Bolaño ni en otras de super venta actuales. No sé si la gente de las generaciones jóvenes pensarán del mismo modo. Quizás a ellos les entusiasme algo más inmediato, rupturista, rápido y de suspenso vertiginoso.

¿Cuál es la diferencia esencial de esa literatura decimonónica con la que se produce hoy? ¿Será que en estos días se escribe en un tono desechable? ¿O será que la cultura actual desprecia lo permanente? ¿Tal vez hoy no existe un lector como el que conocimos en el pasado?. Hoy es tal el apremio en todo que nadie parece leer más allá de ciento cuarenta caracteres antes de pasar a otra cosa. La brevedad obligada parece haber estrechado el ancho de los sentimientos, tanto, que ya nadie cree posible una Madame Bovary o una Ana Karenina, locas de amor y pasión. Hoy en día casi no se estila el amor, que ha sido reemplazado por el sexo u otros sentimientos hedonistas. Las pasiones del presente medran en el poder, en el dinero y en el placer. Borges creó un Pierre Menard que intentaba escribir hoy "El Quijote", igual al de Cervantes, pero con un sentido totalmente distinto y actual. Esto debería hacerse sin copiar a "El Quijote" original, pero debería ser idéntico, a pesar de todo, a aquél. La idea es alocada, pero sería igual de absurdo presentar hoy una novela actual idéntica a la "Eugenia Grandet" de Balzac. Hice el ejercicio, difícil, de leer de nuevo esta novela, pensando que su autor fuera, por ejemplo, Javier Cercas o Juan Villoro, o quizás alguien tan al límite de la cordura como Enrique Vila Matas, de manera de convencerme de la realidad de la premisa. A ratos, y con dificultad, lo lograba, pero de inmediato la novela tomaba un tono casi pueril, como si el autor intentara hacerse pasar por un escritor novel, en su primer intento. Tendría que ser, por ejemplo, el primer intento de Vila Matas, cuando aún creía que su literatura sonaba como la de Gombrowicz, aunque en ese entonces nunca había leído nada del polaco.

Con todo, el ejercicio fue tan interesante, que lo repetí abusando de la paciencia de Enrique, con algún capítulo de "Madame Bovary", y con otro de "Ana Karenina" y finalmente con "Retrato de una dama" de Henry James. Es curioso que, a pesar del paralelismo que hacía imposible que ninguna de esas novelas llegara a ser de Vila Matas, incluso si el cinismo de nuestro conejillo de indias se esmerara al máximo, hasta lo imposible, pude llegar a imaginar que quizás un primo lejano del escritor en cuestión, en alguna circunstancia se acercara a parecer el autor verdadero. Esto se hizo más factible en mi imaginación, en la medida que avanzaba en el tiempo de origen de la novela; es decir, que podría resultarme más fácil creer que "El retrato de una dama" fuera escrita por Enrique Vila Matas, aún cuando su intención y significado sería muy diverso al de James, que pensar que Bolaño pudiera haber escrito una "Eugenia Grandet", incluso considerando que ambos autores tuvieron algún afán reivindicacionista en lo social en sus obras.

Me fue imposible pensar en Vila Matas escribiendo "Orgullo y Prejuicio", a pesar de la libertad con que Jane Austen escribió esta novela, porque me resulta demasiado notoria la diferencia de genero, que de paso me hace subrayar mi impresión de que ambos géneros: masculino y femenino; puedan llegar a igualarse jamás, lo que no implica que uno sea mejor que otro o merezca más o menos, es sólo que nunca serán iguales, así como el mar y el cielo pueden verse, en la distancia, igual de azules, pero jamás se unen. Así, entonces, aunque entre ellos no se parecen en nada, excepto quizás, en su libertad literaria excepcional, reemplacé a Enrique Vila Matas por Diamela Eltit e intenté imaginar cómo sería un "Orgullo y Prejuicio" escrito por ella. Sólo porque me alargo demasiado, le dejo esta tarea a quién me lea. Si no ha leído a Diamela o a Jane Austen, bien provechoso sería que lo hiciera. Ambas son sorprendentes, una en mil ochocientos trece y la otra doscientos años más tarde. Por mi parte no desecho a ninguna, ni vieja ni moza.

Kepa Uriberri