Discurso del presidente de la Asamblea Constituyente en el acto de Inauguración




Compañeros, compañeras y compañeros asambleístas;

Me cabe hoy, por decisión del pueblo todo, presidir esta asamblea, institución más importante por sobre todas las instituciones de la nación. Me ha sido dada la misión de crear la nueva Constitución de esta república con el fin de refundar sus instituciones que por cuarenta años estuvieron cautivas de la voluntad perversa de dos mentes que quisieron, más allá de sus propias vidas, gobernar los destinos sagrados de la nación.

Crearemos, compañeras y compañeros, un sistema judicial que castigue con severidad la acumulación de riqueza y la explotación del más pobre, de manera de terminar para siempre con los privilegios de unos pocos que han osado, a través de la historia patria, hacerse dueños de la tierra, el territorio, el agua, los minerales y todo lo que crece y medra en ella. Serán castigados con las penas más severas que el nuevo sistema jurídico permitirá; incluso la expropiación, expoliación y la muerte.

Crearemos, compañeros, compañeras y compañeros asambleístas, una verdadera democracia, que nacerá del pueblo y de cada trabajador en asambleas populares permanentes que generarán mandatos para cuerpos legislativos superiores y jerarquizados, que entregarán a esta asamblea constituyente toda iniciativa que pueda ser estudiada en su mérito para convertirse en ley, la que no podrá transgredir la decisión popular.

Esta Asamblea Constituyente será el máximo cuerpo colegiado al que corresponderá sancionar las leyes de la república y administrar sus reglamentos y mandatos, al hacer ejecutar, con celo, las leyes y disposiciones constitucionales. Misión muy principal me cabrá en cambiar con su colaboración y dedicación, el paradigma económico, para eliminar de una vez y para siempre el sistema neoliberal que ha manejado con mano certera el abuso y el estrangulamiento del pobre, del anciano y la anciana, del estudiante y la estudiante, del enfermo y la enferma, del necesitado y la necesitada, del discapacitado y la discapacitada, de la mujer y la mujer y más. Esta asamblea se esmerará en favorecer a quién la haya favorecido, como al correligionario y la correligionaria, al combatiente heroico y la combatiente heroica, al pariente colaborador y la pariente colaboradora, al amigo y la amiga obsecuente, al dirigente y la dirigente del partido, al trabajador silencioso y la trabajadora silenciosa por los intereses que nos unen, al misérrimo, a la desposeída y al desposeído, al diferente y la diferente, al ambiguo y la ambigua y tanto, instaurando la equidad y la igualdad de todas y todas.

Así y por la fuerza de estos preceptos surgirá la democracia verdadera que marginará al soberbio, al poderoso, al discriminador, al rico, al propietario, al abusador, al que comercia con lo que otros necesitan, al que posee el privilegio de los derechos, al que reparte lo que sobra, al que guarda lo que necesita, al que hereda lo suyo y produce en exceso. Instauraré la democracia participativa del pueblo y la asamblea que propondrá de modo soberano lo imposible y lo deseado, lo irrealizable y lo inalcanzable que por voluntad del pueblo será posible, real, realizable, alcanzable y creará dogma y doctrina. De esta manera el prisionero será libre, el liberal será prisionero, el revisionista será progresista, el pobre será rico, el rico será castigado, el agua será un derecho, el aire será limpio, las zonas de sacrificio serán puras, incluso verdes, lloverá, la tristeza y la angustia serán abolidas, así como la depresión y la desesperanza, los derechos serán abundantes y los privilegios escasos y reservados a la nomenclatura jerárquica, según se requiera.

Compañeros, compañeras y compañeros asambleístas, pueblo todo, desde ya igual;

Quedan abolidos desde ahora y por siempre cualquier parlamento uni o bicameral, popular o selecto, los poderes judicial, legislativo o ejecutivo, los gobiernos nacionales o regionales, locales, comunales o municipales, todo órgano gremial o colegiado, la propiedad privada o corporativa, las leyes que la rigen o lo pretendan, los códigos que la defiendan y las instituciones que las administren. Incluso será abolida toda administración, en especial la que se refiera colegios públicos, privados o profesionales, la de universidades, de medios de comunicación, de redes de acceso o distribución, las sociales o de contacto y las de cualquier otra índole explícita o implícita, incluso su intención; en especial aquellas que aspiren.

De este mismo modo se suprime toda autoridad u otra forma de dominación odiosa, se declara inadmisible las diferencias ya sea sociales, de raza, de género, de sexo, de moda, de vestido o peinado, de calzado y ropa íntima; de habitación o barrio, de familia y costumbres, de cultura, afición, filiación y religión. Se abole las religiones, los partidos políticos o no, las ideologías, los cultos, las tendencias, el pecado y las perversiones, los códigos y regulaciones, las leyes y reglamentos, las normas y los consejos, el pensamiento mágico y los anhelos, las decisiones personales y la prosperidad meritoria.

Compañeros, compañeras y compañeros asambleístas, pueblo;

En este acto solemne declaro inaugurada la libertad, la igualdad y la verdad: ¡Ay! de quien no.

Declaro, por el poder recibido del pueblo, iniciada la revolución.

Y en virtud de estos preceptos sagrados, declaro clausurada la asamblea constituyente: El poder es mío. ¡Ay! de quien no.

Hay firma, timbre y sello; incluso fecha.

Kepa Uriberri