Wislawa y Sergio: Momentos
A raíz de las fotografías "Pies de metro" que difundí en estos días, me llega un comentario sobre la muerte de dos personajes, uno es Sergio Larraín, fotógrafo chileno, que alcanzó fama mundial y dejó su obra instalada en La Familia del Hombre, exposición monumental de Edward Steichen con la obra de los grandes fotógrafos de los siglos diez y nueve y veinte, y la otra, la premio Nobel de literatura Wislawa Szymborska. De ella me envían dos poemas catalogados de amor.
A continuación reproduzco los poemas e intento ilustrarlos con el ojo de Sergio Larraín, plasmado en fotografías suyas. También me permito un breve comentario sobre los poemas de Wislawa, que me recomendó la escritora chilena Alicia Morel.
Amor a primera vista
Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.
Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?
Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento"
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.
Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.
Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?
Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.
Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.
Nada dos veces
Nada sucede dos veces
ni va a suceder, por eso
sin experiencia nacemos,
sin rutina moriremos.
En esta escuela del mundo
ni siendo malos alumnos
repetiremos un año,
un invierno, un verano.
No es el mismo ningún día,
no hay dos noches parecidas,
igual mirada en los ojos,
dos besos que se repitan.
Ayer mientras que tu nombre
en voz alta pronunciaban
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.
Ahora que estamos juntos,
vuelvo la cara hacia el muro.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Como una flor o una piedra?
Dime por qué, mala hora,
con miedo inútil te mezclas.
Eres y por eso pasas.
Pasas, por eso eres bella.
Medio abrazados, sonrientes,
buscaremos la cordura,
aun siendo tan diferentes
cual dos gotas de agua pura.
Me encantan estos poemas, en que sin dejar de estar presente el corazón, está tan notorio el pensamiento, profundo, lúcido y tan delicado, que conforma el necesario reverso de la medalla del sentimiento.
En la reflexión, nada sencilla de ambos poemas, se hace notorio el interés de Wislawa por el tiempo y su significado: El amor a primera vista es una posible consecuencia de una cadena de eventos sutiles, que quizás pasaron inadvertidos en cada instante, pero que conducían a este encuentro definitivo que fue germinando en el tiempo inevitable. En el otro muestra, sin imponer, el concepto del paso indefectible e irrepetible del tiempo. Cada instante, cada suceso, es un pequeño eslabón de una cadena que, a veces creemos circular y repetitiva, como le gusta a tantos poetas, escritores y cuasifilósofos; pero que sin embargo es diferente y única. ¿Quizás sugiere que va marcando un destino certero, aunque desconocido?.
En fin, se los cataloga como poemas de amor, y el amor está en ellos, pero diría que el amor, inevitable en todo lo humano, es casi un vehículo para una reflexión mayor.
Kepa Uriberri