Psicodrama: El Discurso




Psicodrama es la manifestación del verdadero intento por lograr la justicia, que el sujeto adquiere después de aceptar su terapia, y amar a su terapeuta, aceptar sus ideas, creerle perfecto, y desechar las fálsas ideas de otros cuando no corresponde. Psicodrama es aquello que por fin nos salva.


Discurso del Excelentísimo Señor Benefactor en el acto de San Juan de Tuculcura

Compatriotas y compatriotas:

Nos reune el destino sacrosanto hoy, en este acto solemne, casi como un designio que nos recuerda la heroica gesta del doce de mayo, que liberó a nuestro pueblo sacrificado, de la oligarquía y del dominio extranjero, de las gentes del norte, que ni siquiera fornica en nuestro idioma, y que bastardizaron hasta la vergüenza a nuestro pueblo.

Con la dignidad recuperada, y nuestros emblemas patrios, multicolores, lavados con la sangre derramada de nuestros compatriotas, alzamos la frente en este acto para decir que si hoy nuestro pueblo es menos libre, es, en cambio, más digno, que si nuestro orgulloso pueblo hoy es más pobre, al menos no es explotado, y que si trabaja más que antes, ahora lo hace para su gobierno, y no para la oligarquía internacional, ni para los intereses imperialistas. Hoy la cosecha no alcanza para alimentar a nuestros pobres, que mueren por miles en los campos y la maquila, pero no se venden al imperio por una botella de bourbon, ni por una mujer rubia por una noche.

La riqueza de nuestro suelo, que hoy arañamos con nuestras manos rotas, y el esfuerzo de nuestro espinazo partido, se destina al bienestar del pueblo, que trabaja cantando con alegría. Que se lanza a la mar océana en busca de un futuro en la pesca, aunque ésta se los trague en aguas internacionales. Pero su mirada brilla serena. Nos han querido robar, los pisaverde del imperialismo, nuestra nacionalidad, nuestra dignidad, nuestra música y nuestra alegría. ¿Que han logrado?: ¡Nada!. Ésos, hoy también fornican en otro idioma, no el de sus padres. Viven al amparo del aire acondicionado, en blandas camas pagadas por los enemigos del pueblo, para intentar desprestigiar a este benefactor y a su gobierno popular. ¡Sepan que no lo lograrán jamás!.

Hay quienes creen que la patria se vende en billetes verdes. Yo les digo que más temprano que tarde serán derrotados el imperio y sus lamebotas. Volverá entonces a beberse ron y el pan sabrá más dulce. El pobre de nuestra tierra mirará el horizonte más allá del mar y dirá con el pecho lleno de orgullo que la banana de nuestro suelo se vende allende los mares, con el nombre de nuestros próceres patrios grabados en ella. Que nuestros minerales, fruto del trabajo de nuestro amado pueblo, se vende más allá de toda frontera, para beneficio de la nación toda. Se habrá requerido para ello del pronunciamiento de este prócer, la historia agradecerá a este hombre, y su pueblo amará su generosidad. Habrán sucumbido los enemigos de la nación a la férrea voluntad de éste gobierno protector, pues los señores sinvergüenzas de las derechas ya no podrán comer los pulmones de nuestros pobres, los inútiles de las izquierdas habrán fracasado en sus utopías, las ambigüedades del centro habrán dejado de cantar loas al poder, y este hombre fuerte, que hoy les habla, habrá constituido la viga sólida de salvación de su pueblo. ¡Mueran los liberales!, ¡Mueran los conservadores!, ¡Mueran los radicales!, ¡Mueran los progresistas!, ¡Mueran los izquierdistas!, ¡Muera la derecha!, ¡Muera la fronda y la gironda!, ¡Mueran los iconoclastas y los iconodulos!, ¡Mueran los extremistas!, ¡Mueran los moderados!, ¡Mueran los indecisos, y los audaces!, ¡Muera la oligarquía y la plutocracia!, ¡Mueran los tecnócratas!, ¡Muera la aristocracia y la falsa nobleza!, ¡Muera la revolución y el inmovilismo!, ¡Mueran las religiones y la teocracia!, ¡Malditos los revoltosos, y los falsos ideólogos!, ¡Malditos los que escriben y los que cantan!, ¡Malditos los que callan y tienen miedo!, ¡Malditos los ciclistas que torturan a las mujeres de faldas cortas!, ¡Malditos los bailarines de cabaret!, ¡Malditos los cafetines donde se reunen a conspirar, y los salones de té donde se sientan las viejas perfumadas!. ¡Malditos todos ellos, bastardos de los imperios, y de los intereses foráneos!.

Compatriotas: ¡Vivan las fuerzas vivas de la nación!, ¡Viva los que aquí nos reunimos!, ¡Viva los que hemos barrido con los otros!, ¡Viva los que amamos la patria, y respetamos sus emblemas!, ¡Por siempre vivan nuestros próceres, y quienes protegemos a nuestro pueblo de la maledicencia y la bastardización!... ¡Viva!.

Es por eso amados compatriotas y compatriotas, que este hombre probo que les habla, atado al yugo del servicio a su pueblo, ha aceptado el sacrificio supremo del gobierno de la nación, para beneficio de ustedes, para castigo de sus enemigos, para jolgorio de su pueblo, y por voluntad del eterno, que desde el infinito mira con ojos dulces, la alegría de esta nación escogida predilecta, desde que el visionario prócer y Capitán General, primer Dictador Supremo Excelentísimo Don Wenceslaff O'Suthenberg Martínez, clavó la bandera multicolor en el centro de la Plaza de los Constituyentes, el diez y seis de noviembre del glorioso año de nuestra independencia. Defenderemos sus principios y los nuestros, pues para ello fuimos escogidos por la mano amorosa de nuestra querida patria, y de su amado pueblo. ¡El triunfo de nuestra revolución nos hará libres!.

San Juan de Tuculcura
Hay fecha, firma y sello,
todos ilegibles.

Kepa Uriberri