PPR Partido Por...PPR: Podría ser la sigla del futuro partido político ganador de la lucha por el poder en el país. Su significado, no explícito pero nítido, sería Partido Por el Resentimiento: Muy de acuerdo al signo de los tiempos. Quien no lo vea, sólo por carencia de sentido de realidad, le recomiendo leer las columnas políticas de quienes conforman la opinión pública de ese sector: "Esa Gente", "El club de Toby de la UDI al PC" o "Los invasores", o también escuchar a los futuros militantes, que triunfaron como constituyentes entre los independientes y subieron por el humo de su soberbia que borra de una plumada la equidad, la igualdad, el fin de la discriminación y ahora desde una supuesta superioridad moral niegan el derecho del adversario, también electo, a defender su opinión y su libertad. Ellos están promoviendo la negación de su doctrina: Quieren instalar la discriminación de la discriminación. Es decir discriminar entre quienes pueden discriminar y quienes no. También podría ser la sigla del Partido Por la Revolución, esa que se disparó con una insurrección concertada un dieciocho de octubre (que nadie quiera sostener que fue espontanea) y que sigilosa utiliza la soberbia desprevenida de los idiotas. Si la revolución triunfa, el resentimiento sobra y estorba, la revolución se hace institución y hereda en sus caudillos subrepticios, viejos militantes, que bien saben que la cuestión es la conquista del poder. Cuando ya lo tienen, los que insisten en la revolución se los envía a morir en las selvas de Bolivia o de Angola y a los resentidos se los recluye en campos de trabajo equitativo, quizás para bajarles los humos de la crédula soberbia. O puede que sea el Partido Por la Reivindicación. Sí. Porque es necesario reivindicar tantos derechos nunca poseídos, pero tan predicados como el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, a las oportunidades igualitarias y más. Entre otros PPR este puede ser uno de los que despierte más adhesión popular porque resulta más difícil encontrar la falacia escondida. Imagino que la sociedad lograra llegar a ese estadio mágico igualitario donde se goce de tantos derechos. Habría una generación joven que accedería igualitariamente a la educación igual. ¿Qué haría la sociedad con aquellos dotados que se destacaren? ¿Acaso serían castigados por quebrantar la ley de la igualdad? ¿Serían obligados a reprimir su superioridad?. Quiero asumir que no sería una sociedad tan idiota. Pero, si así fuera, es probable que quien se destaque llegue a tener un nivel de efectividad superior, quizás sea un dirigente, quizás tenga capacidades superiores para producir bienes u organizar a otros menos capaces, de manera de maximizar su rendimiento. Si así resultare es posible que lograre una posición económica superior de manera que accediera a una mejor vivienda, mejores bienes, más servicios, en fin, que rompiera la necesaria igualdad de acceso y de derechos. ¿Debería ser reprimido?. Como sea, no todo habría de ser destacarse. Quizás hubiere algunos, que por desgracia, por ejemplo, no gozarán de buena salud, no por negligencia o descuido de la sociedad perfecta, sino como resultado del caótico azar. ¿Qué hacer con estos desafortunados? ¿Podrían exigir de la sociedad la restauración de su salud precariada? ¿Podría la sociedad igualitaria suplir un déficit tal? ¿Sería lícito compensar una carencia con un bien diferente, como por ejemplo uno económico? ¿No se fomentaría la desigualdad? ¿O habría desigualdades tolerables? ¿O se optaría por suprimir al carenciado? Quizás, entonces, la salud no resulte ser un derecho. Tal vez el derecho exigible sea el acceso igualitario a cierto nivel de las prestaciones de salud. Asumo que quien haya aprovechado mejor el derecho a la educación y por tanto haya logrado un acceso privilegiado a las prestaciones de salud, se le podrá negar el derecho a acceder a esos privilegios. Supongamos que nuestra sociedad igualitaria no pudiere proveer ciertos servicios de salud: ¿Podría, en razón de su mayor éxito, alguien, buscar mejores servicios de salud en otra sociedad o sería reprimido y condenado a la digna igualdad?. La salud es un derecho que me produce ciertas dudas insolubles. ¿Cómo se compensa, de ser equitativo, al que nace con un síndrome genético? ¿O como se iguala al cojo, al ciego, al parapléjico? ¿O por qué no se me permite ser un deportista de elite? ¿No es, acaso, una desigualdad intolerable?. ¿Y el derecho a la vivienda, qué? ¿Podría cualquier sociedad dar una vivienda igual a cada uno de sus miembros? ¿Se le permitiría a alguien, en razón de su esfuerzo acceder a una mejor vivienda que la que proveyere la sociedad? y en fin, ¿existiría en una sociedad igualitaria el derecho a la diversidad? ¿se podría ser diferente? ¿estaría permitido ser mejor? ¿o peor?. Pienso que cualquier intento absurdo por construir una sociedad igualitaria no podría sino terminar en un partido único, administrado, dirigido y gobernado por desiguales, cuya principal preocupación sería reprimir a quien ose la diferencia. Ese sería el PPR o Partido Por la Represión. No cabe duda que la igualdad es una utopía que ilumina los horizontes remotos de casi cualquier sociedad humana. Así también sucede con los otros dos anhelos que promovía la revolución francesa: La libertad no es posible en una sociedad, ya que cualquier organización requiere limitaciones que reglamenten las formas de relación entre sus miembros; entonces la libertad se limitará al movimiento posible entre los intersticios de aquella reglamentación. Si no existe la institución de la ley, siempre imperará la jerarquía caótica impuesta por sus miembros más fuertes o carismáticos. Tampoco es posible la fraternidad en la medida que exista el natural impulso a la prosperidad. Ejercer la fraternidad es una postura que requiere renuncia a la prosperidad personal para suplir la del otro. Es así como nacen los derechos: El hombre próspero adquiere para sí los derechos que otro no tiene. El que ganó la guerra, el que obtuvo los bienes productivos, el que produjo lo que otros desean, o en fin el que los recibe por gracia o fortuna. Quien es dueño de un derecho puede fraternalmente cederlo y otorgarlo a otros, perdiendo así, una parte de su prosperidad. En fin, el sueño de la igualdad o el de la equidad no son plausibles. Si la igualdad fuera posible, todos los hombres seríamos altos, esbeltos y caucásicos o bien bajos, gruesos y negros ¿o quizás de estatura media, barrigones y oliváceos?. ¿Nos encontraríamos en las calles, o en el tren, en la noche del bar sólo con nosotros mismos?. ¿Debería existir un nombre único?: ¿Todos nos llamaríamos Juan o Wladimir?. La igualdad sería intolerable. Quizás por eso algunos más avisados hablan de equidad. Pero si ese fuere el sueño a realizar en el horizonte de la utopía, es posible que el PPR, único partido sostén de la equidad, no fuera el Partido Por la Revolución, sino el Partido Por el Reparto porque las mayorías que se abrieren paso por las grandes avenidas entenderían que equidad e igualdad son iguales. Entonces fracasaría el PPR y su intento de rasar a las gentes y se levantaría el nuevo PPR que sería el Partido Por la Restauración. Pierdo el tiempo buscando el sentido del PPR, porque de todos los PPR posibles el único que sería de beneficio real para la sociedad toda no podría existir: El Partido Por la Razón, porque hasta el Partido por la Realidad sería sólo una bolsa de gatos en celo. Kepa Uriberri |